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Boris Swenson 8 de maio de 2013
Sus palabras estaban teñidas de una fría seguridad, como si esperara que Juliana accediera a su petición para que él, a su vez, pudiera hacer frente a la situación. Pero Juliana no se llevaba al engaño. Aquel hombre no era ningún caballero. Era un dragón. Su líder.
-Dígame, su excelencia, ¿qué se si...